viernes, 12 de junio de 2015

Reseña: Stalker, de Arkadi y Boris Strugatski

SINOPSIS: La fugaz visita de naves extraterrestres ha dejado misteriosos desperdicios fruto del insólito pícnic junto al camino de unos seres absolutamente incomprensibles. Las que fueron Zonas de aterrizaje son ahora lugares peligrosos y prohibidos, donde unos misteriosos objetos desencadenan todas las ambiciones humanas. Los stalkers se arriesgan a entrar furtivamente en la Zona para rescatar, cual hormigas laboriosas, esos restos abandonados por los que suspiran al unísono la ciencia y el hampa.
¿Es posible comprender una inteligencia extraterrestre? ¿Es la ciencia la mayor destructora de la esperanza humana? La arriesgada vida de los stalkers y los singulares objetos de la Zona, en particular la Bola Dorada que concede todos los deseos, tal vez nos ayuden a reflexionar sobre ello.



RESEÑA: Una novela de contacto extraterrestre sin que aparezca ningún extraterrestre. Así de atrevido es el punto de partida de la novela breve escrita por los hermanos Arkadi y Boris Strugatski, y que ediciones Gigamesh nos trae al español en su versión integra sin censuras. Lo de "sin censura" hay que destacarlo, porque Stalker se publicó originalmente en la URSS en 1972, donde cada novela era mirada al dedillo para que no perjudicara la 'moral' soviética.
Stalker nos lleva a un lugar indeterminado de Norte América, que bien podría ser los EE. UU. o Canadá, hasta la localidad de Harmont que por pura casualidad se convierte en adyacente a una de las denominadas 'Zonas'. Estas son seis sitios alrededor de nuestro planeta elegidos como zona de paso por unos desconocidos visitantes extraterrestres. Sin embargo, estos visitantes fueron muy particulares: ni entablaron contacto pacífico con nosotros ni nos declararon la guerra para convertirnos en sus esclavos. Simplemente, pasaron por la tierra como quien va de picnic, nos dejaron multitud de restos de su paso y se marcharon.
Son los restos de esta visita exprés los que cambian la vida en la tierra, para bien y para mal. A pesar de que los científicos son incapaces de comprender qué son o porque hacen lo que hacen, empiezan a utilizar estos restos de tecnología desconocida como fuentes de energía inacabable, nuevas formas de iluminarse o simples adornos. Y eso a pesar de que algunos son altamente peligroso y incluso mortales. Esto hace que el precio que se pague por ellos aumente, aún más en el mercado negro.
El protagonista, Redrick Schuhart, es un cínico y descreido joven que arriesga su vida para infiltrarse ilegalmente en la Zona (lo que se conoce coloquialmente como un 'stalker') para ganarse algo de dinero extra con el material que consiga. La personalidad de Red hace que el lector empatice rápido con él, un chico sin grandes aspiraciones que arriesga su vida por un puñado de dinero que le permita divertirse un poco más o dedicarse a emborracharse en el Borcht, el bar al que acuden regularmente los stalkers.
La visión que los hermanos Strugatski nos ofrecen sobre la humanidad nos da un baño de humildad más que merecido. En Stalker los extraterrestres no nos prestan atención, como si fueramos unos animales al lado del camino por donde transitan, y nuestros científicos son niños que apenas entienden la avanzada tecnología que tienen entre manos. El resto de la humanidad se limita a usar los elementos que encuentra sin entenderlos y solo para conseguir un benenficio económico o por pura comodidad. Las consecuencias suelen ser bastante nefastas: enfermedades, malformaciones, mutilaciones y muerte. ¡Hasta mala suerte..!
La descripción de las incursiones en la Zona son lo mejor de la novela. Un lugar totalmente abandonado, una ciudad fantasma que inmediatamente nos recuerda a lo que hemos visto en la zona de exclusión de Chernobyl, pero con el extra de que nunca sabes con exactitud lo que te vas a encontrar. Los stalker se introducen en ella como exploradores de lo desconocido que se juegan la vida a cara o cruz, con una tensión constante que los hace estar al borde del colapso mental.
Otro elemento a destacar de la novela es el uso del lenguaje, tanto en la narración como en los diálogos (curiosamente, una de las principales razones alegadas por la censura de la URSS para no publicar la novela). Los hermanos Strugatski se decantan por un lenguaje coloquial y malsonante, ya que no en vano los stalker son gente de clase baja o directamente 'chusma', que viven entre borracheras y trifulcas, solo pensando en sobrevivir un poco más en la Zona. Dento del uso del lenguaje tambien se pueden destacar los magníficos y sonoros nombre coloquiales con los que los stalker bautizan a los incomprensibles y casi siempre mortales fenómenos que se encuentran en la Zona: gelatina de bruja, pelusa ardiente, escupitajos de la col del diablo, claro de mosquitos,...
Como conclusión, solo me queda recomendar esta auténtica joya de la ciencia ficción. Una historia de supervivencia en un ambiente hostil, donde un grupo de personas sin muchas esperenzas luchan por arrancarle sus esquivos frutos a la Zona. Los hermanos Strugatski nos muestran en Stalker la cara más siniestra del ser humano, solo movido por el ansía del beneficio propio, y la ciencia, "jugando" con tecnologías que no podemos comprender del todo y que muy bien podría suponer un peligro mortal para todos.


VALORACIÓN 9/10

FICHA
Stalker: Pícnic extraterrestre
Arkadi y Boris Strugatski
Gigamesh
Traducción de Raquel Marqués
Tapa dura, 315 páginas
                                        16 euros (y en ebook por 2,84 euros)

 

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